Un mensaje de lucha

EDICIÓN IMPRESA

Sociedad 12 de junio de 2020 Diario Sumario

Como dicen desde el colectivo de mujeres, el trabajo por la economía popular es algo que muy pocas veces es valorado, y menos si en medio de una pandemia suspenden el ingreso que les permite llevar esta tarea cotidiana. Se trata de las Trabajadoras Unidas por la Tierra, que no claudican en su reclamo y repudio a la suspensión del Plan Por Mí del gobierno provincial.

Gracias a los espacios de tierras dispuestos por los propios vecinos, son estas mismas trabajadoras las que administran y producen los alimentos en las huertas y criaderos en las localidades de Despeñaderos, San Agustín, Los Molinos, San Isidro y José de la Quintana. Su epicentro de acciones es el Refugio Libertad, ex Batallón Militar 141 y espacio recuperado para la soberanía alimentaria de los pueblos. Su trabajo diario les permite llevar alimentos sanos a las familias y vecinos de la región. El programa provincial les permitía cobrar 4500 pesos mensuales, pero hoy eso se suspendió y veintiséis trabajadoras quedaron sin el ingreso que servía para cubrir necesidades muy básicas de sus familias. Ante este panorama, además del trabajo productivo, el colectivo comunica a sus vecinos y vecinas acerca de su lucha inclaudicable en este contexto de crisis epidemiológica.

El tres de junio pasado, día de lucha por los derechos de las mujeres, estas trabajadoras se convocaron en las diferentes localidades donde producen alimentos sanos. La consigna de esta convocatoria fue en repudio a la suspensión del plan Por Mí, y se repitió en San Agustín, Despeñaderos, Los Molinos, San Isidro y José de la Quintana.

A una semana de aquella jornada de visibilización por sus derechos, la organización que trabaja por la soberanía alimentaria de los pueblos emite un comunicado dirigido a sus vecinos y vecinas.

“A nuestros vecinos y vecinas:
Somos Trabajadoras Unidas por la Tierra. Hace algún tiempo comenzamos a juntarnos y organizarnos para producir alimentos sanos para nuestras familias, y con las ganas de hacer crecer nuestras huertas, gallineros y demás espacios de producción, para que los frutos de nuestro trabajo lleguen a todas las mesas de nuestras comunidades. Y, sobre todo, a las familias que más lo necesitan en nuestros pueblos y en las ciudades.
Fuimos aprendiendo que el alimento es nutrición, que nos permite crecer y desarrollarnos con buena salud. Y de a poco fuimos decidiendo que no queremos que nuestros/as hijos/as coman verduras envenenadas con agroquímicos o pollos llenos de hormonas… queremos que nuestros/as hijos/as se ALIMENTEN, que crezcan sanos/as, que sean felices. También nosotras queremos estar sanas y sentirnos bien.
Juntas fuimos entendiendo que muchas de las tareas que realizamos todos los días dentro de nuestras casas (limpiar, cocinar, cuidar a los/as niños/as y a los/as ancianos/as, etc.) son TRABAJO… un trabajo que muchas veces no es reconocido ni valorado, pero que es fundamental para el CUIDADO DE LA VIDA de todos/as. Y que sin ese trabajo, ninguna otra forma de trabajo sería posible, porque las tareas de cuidado son las primeras, las que nos sostienen y nos permiten vivir cada nuevo día.
Y entonces crecimos… y nos nombramos como TRABAJADORAS también porque elegimos juntarnos con otras/os, organizarnos comunitariamente, producir juntas/os, soñar con que podemos construir una sociedad más justa, más equitativa, más libre. Nos convencimos de que podemos generar un ingreso propio y tener autonomía económica, sin depender de otros.
En el camino encontramos algunas dificultades, pero sobre todo nos encontramos con muchas otras trabajadoras y trabajadores con quienes pudimos caminar juntos/as nuevas soluciones. Y nos reconocimos como TRABAJADORAS DE LA ECONOMÍA POPULAR, porque el mercado de trabajo no tiene respuestas para nosotras, no nos incluye. Y debimos tomar en nuestras manos nuestro futuro y el de nuestras familias, tuvimos que inventar nuestros trabajos y nuestros proyectos, salir a golpear puertas para conseguir apoyo y acompañamiento. Sabemos que aún nos queda mucho por andar… pero ESTAMOS ORGULLOSAS DE LO QUE HEMOS LOGRADO Y LO QUE HEMOS CRECIDO JUNTAS.
Hoy les estamos escribiendo esta carta porque estamos atravesando una situación muy difícil: hace más de un mes (el 15 de abril), en plena cuarentena y en medio de una crisis sanitaria, social y económica muy profunda, el gobierno de la provincia de Córdoba decidió arbitrariamente suspender el Programa Xmí y otros programas (PPP, Pila, etc.) que dependen del Ministerio de Promoción del Empleo y Economía Familiar. Esa suspensión va en contra de un decreto presidencial que prohibía explícitamente que en este tiempo haya despidos y suspensiones de trabajadores/as, porque eso implica dejar aún más desamparadas a las familias trabajadoras. La decisión afectó a miles de familias de nuestra provincia, en nuestro caso concreto hay 26 compañeras que viven en Despeñaderos y San Agustín, que son sostén de sus hogares y que se quedaron sin ese ingreso de $4500 mensuales, que servía para cubrir necesidades muy básicas de sus familias.
El pasado 3 de Junio, día de lucha contra todas las formas de violencia hacia las mujeres, nosotras salimos a denunciar esto como una forma de violencia, porque entendemos que atenta directamente contra nuestros derechos, y porque estamos viviendo una situación muy angustiante. Necesitamos una respuesta justa y solidaria de parte del gobierno, pero esa respuesta aún no llega. Por eso, mediante esta carta, queremos pedirle a toda la comunidad de Despeñaderos, San Agustín, Monte Ralo, Los Molinos, Villa San Isidro, José de la Quintana, su APOYO, SORORIDAD y SOLIDARIDAD para con nuestro reclamo. Para nosotras es muy importante que los gobernantes NOS VEAN y NOS ESCUCHEN, y su acompañamiento puede ayudarnos a que eso suceda. Por eso les pedimos que suban a las redes sociales, a sus estados de Facebook y de WhatsApp la imagen que les compartimos junto con esta carta.
Cualquier otro aporte, sugerencia, idea, también va a ser bien recibida. Sabemos que somos muchas/os las/os que estamos viviendo momentos difíciles, y estamos convencidas de que el camino es la solidaridad, la unidad, la organización. Desde ya, todos/as los/as trabajadores/as pueden encontrar acá a un grupo de compañeras.
¡Gracias por leernos!
Por la dignidad, por nosotras...”

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