Nada se pierde, todo se transforma

(Sumario Noticias, Alta Gracia) Si se preguntara a los expertos cuál es la ley o principio más importante en el campo de la Química no cabría ninguna duda, que se trata del principio de conservación de la masa o ley de Lavoisier. 

Hay canciones, incluso que hablan de este principio: “nada se pierde, todo se transforma”. El precepto, se puede enunciar de maneras diferentes: “la materia ni se crea ni se destruye, sólo se transforma”; “en una reacción química la suma de la masa de los reactivos es igual a la suma de la masa de los productos”; “en una reacción química los átomos no desaparecen, simplemente se ordenan de otra manera”. La ley suprema de la química,  podría aplicarse al tratamiento de la basura, siempre y cuando hubiera una decisión política que así lo determinara.

Para arrancar, es importante tener en claro que la gran producción planetaria de residuos no es patrimonio del nuevo siglo, sino que tiene su origen en el apogeo de la revolución industrial. Posteriormente, la imposición desde los centros de poder mundial de la cultura del compre-use-tire, acompañada del establecimiento de la obsolescencia planificada impulsan la rueda de la fabricación-venta-consumo.

Cuando la semana pasada el intendente de la capital provincial, Martín Llaryora, le preguntó al jefe de Gobierno de Curitiba (Brasil), Rafael Greca de Macedo, hacia dónde se dirigen las ciudades, la respuesta fue clara: hacia la continuidad de las políticas sustentables, cualquiera sea el color político que gobierne. La idea de hablar de separación de residuos y de tener continuidad en ese tema viene gestándose en la cabeza de los dirigentes locales desde hace mucho tiempo, pero las gestiones sin proyectos claros dejaron trunca la idea… al menos hasta ahora.

A fines de junio de este año,  la Secretaría de Ambiente de la Municipalidad de Alta Gracia anunció la puesta en marcha finalmente el programa RE.U.S.A.R. – Recicladores urbanos por la salud ambiental de la región – con el objetivo de implementar la separación de residuos en origen. Los contenedores se encuentran distribuidos en distintos puntos verdes de la ciudad para que los vecinos puedan llevar sus residuos separados. Los mismos son gestionados posteriormente por recicladores urbanos que se ocupan de su tratamiento, vendiéndolos o tratándolos. En el Alta Gracia hay cuatro puntos verdes donde se separará papel, cartón, plástico y vidrios, para luego trasladarlos a los centros de reciclaje.

Durante el 2020, desde la misma Secretaria, se incentivó una campaña de donación de ladrillos ecológicos, a cambio de semillas para huertas orgánicas o árboles autóctonos. Los ladrillos recolectados se utilizaron para construir aulas en la escuela Padre Viera. Tratando de seguir en este camino, esta semana, la cartera encabezada por Roberto Urreta, presentó en el Concejo Deliberante un proyecto para la adhesión de la ciudad a la Ley Yolanda. La misma establece que todos los empleados públicos deben recibir una capacitación integral en materia ambiental.

Sin embargo, no sólo los residuos que popularmente se catalogan como “basura” son los que tiene un insipiente protagonismo en la gestión actual. El Gobierno de Alta Gracia firmó hace algunos días un convenio con la empresa Ambiental Cord S.R.L., que brinda el servicio de recolección de aceite de freír para ser finalmente reciclado.

El servicio es gratuito, y funciona entregando un recipiente en comodato a los locales gastronómicos, para luego retirarlos, dándole un destino final seguro a ese residuo altamente contaminante. Ambiental Cord es una empresa que desde hace 18 años se dedica a la recolección de aceite vegetal, que producen los comercios gastronómicos. El destino final del aceite es la producción de biodiesel en una planta de Buenos Aires.

El problema de la basura tiene históricamente dos artistas. Por un lado, la escasez de recursos no reno­vables; por el otro, la dispo­nibilidad de terrenos para depositar la basura. La solución no es mágica, espontánea ni individual, sino que es concreta, lenta y comunitaria, y sobre todo, depende de políticas ambientales que se sucedan en el tiempo, independientemente de la gestión de turno. El camino es largo, pero empezar con pequeñas acciones van acortando las distancias para generar una real conciencia ecológica.