Un problema XXL

LEY DE TALLES.

Opinión 11 de agosto de 2021 Diario Sumario

-Me queda chico, ¿tenés un talle más? -Pregunta una persona semidesnuda, asomando a través de la cortina del cambiador de una tienda de ropa. En su mano, sostiene un pantalón de jean que no ha conseguido pasar más arriba de sus rodillas. Sabe cuál será la respuesta más probable, pero no pierde nada con intentarlo.

-No, no… -contesta la vendedora -Ese es el más grande que viene. Igual, la tela esa cede un poco, si te queda un poquito ajustado no creo que tengas problemas, después te va a ir mejor. - Agrega, en un último intento por vender la prenda que ya sabe que probablemente el cliente deje de todas maneras. Pero su trabajo es vender.

-No, está bien. -Señala con resignación. Se vuelve a poner su pantalón y le entrega a la vendedora el jean nuevo.

-Si no, podés llevar joggins. Son más amplios y cómodos.

-Gracias, pero es para ir a la oficina. Necesito jean o de gabardina.

-En la otra cuadra, hay un negocio de talles especiales, ahí podés conseguir seguramente.

El diálogo anterior es ficticio, pero no por eso irreal. La escena se repite incontables veces en la mayoría de las tiendas de ropa. En ciudades chicas como Alta Gracia, quienes no tienen cuerpos estereotipados, ya saben cuáles son los comercios “amigables”, en donde seguramente sufrirán menos al comprar un pantalón o una camisa y qué lugares es mejor no pisar. La oferta entre talles únicos y estándares y los llamados “especiales” genera, desde su misma denominación, una fuerte discriminación. El diccionario de la Real Academia Española define la palabra “especial” como “Singular o particular, que se diferencia de lo común o general”. De esta manera, las posibilidades son encajar en los estereotipos o ser “diferente de lo común”. Y aunque parezca un problema de blanco sobre negro, hay muchos grises a considerar cuando se analiza el tamaño de la ropa que se ofrece en vidrieras y el interior de las tiendas.

La oferta a los vendedores es, principalmente, limitada. Además, la necesidad de tener que comprar las prendas que ofrecerán en sus estantes, complica a los comercios más chicos, que cuentan con menor resto en caso de que nadie la compre. Ese problema se traslada al consumidor. En la mayoría de los negocios, conseguir talles XL o superiores es complejo o imposible. Además, existen numerosas variedades de medidas en un mismo talle, lo que provoca que a veces quien suele usar M deba comprar L o XL aunque ambas prendas sean del mismo tamaño. La falta de oferta de ropa de algunos talles genera en muchos consumidores serias dificultades al momento de acceder a un derecho básico como es el de la vestimenta.

El 20 de diciembre de 2019, se aprobó la comúnmente llamada “Ley de talles”. Si bien en términos generales se interpretó como que todos los comercios deben ofrecer la misma prenda en todas las medidas disponibles, la normativa va más allá. Su planteo busca evitar la trampa de la gran cantidad de talles “S”, “M”o “L” que puede existir en un vestido, por dar un simple ejemplo. La Ley 27.521 se plantea “establecer un “Sistema Único Normalizado de Identificación de Talles de Indumentaria” (SUNITI), correspondiente a medidas corporales estandarizadas, regularizado conforme la reglamentación específica que disponga la autoridad de aplicación, con destino a la fabricación, confección, comercialización o importación de indumentaria destinada a la población a partir de los doce (12) años de edad”. La tarea no es sencilla. Para cumplirla, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) realiza una medición de 14.000 cuerpos de personas en todo el país para establecer las medidas que deberá tener cada uno de los talles en Argentina.

“Nos falta medir en el AMBA y en la Patagonia. Habíamos reanudado el estudio, que se frenó hacia 2017, pero la pandemia volvió a interrumpirlo. En total vamos a medir unos 14.000 cuerpos de distintas edades y distintas geografías de la Argentina: nos queda el 40% de las mediciones por hacer. Eso después se procesará y allí tendremos la media de los cuerpos argentinos, tanto de varón como de mujer, y podría surgir la media de algún otro género autopercibido si hubiera una muestra de ese género lo suficientemente representativa. Hasta ahora no ocurre” explicó a elDiarioAr Sandra Jung, licenciada en Matemática y coordinadora del estudio del que se ocupa el INTI. La medición se lleva a cabo con un escáner corporal que viaja por todo el país, pesa 350 kilos y hay que armar y desarmar cada vez que llega a un nuevo destino. Las primeras mediciones y sondeos ya arrojaron un número alarmante: los tamaños de las prendas en el país no son los correctos y siete de cada 10 personas tienen dificultades para encontrar talle de ropa.

Sin embargo, del otro lado de la vidriera, surge un nuevo problema cuando la oferta de las marcas no es variada. “A mí me encantaría tener todos los talles y hago lo posible por traer prendas amplias y sueltas. Pero cuando me llega el pedido, tengo que pagarlo todo de contado y si después no lo vendo, me clavo. Entonces, traigo más variedad de lo que más sale, sobre todo el talle M y algunas cosas de lo que menos piden, pero no mucho. También me ha pasado que vengan chicas muy menuditas y que casi todo les queda muy suelto” relata Flavia a Sumario. Tiene un comercio de ropa para mujeres en el centro y asegura que “si las condiciones fueran otras, si se pudiera tener prendas en consignación, podría haber más variedad de todas las prendas. Sé que hay negocios que tienen una gran oferta y que incluso guardan prendas de un año para otro. Para mí, es imposible hacer eso”.

El predominio de los estereotipos, la discriminación, las enfermedades y desórdenes alimenticios que puede provocar en algunos sujetos no conseguir vestimenta, se enfrentan a condiciones muy desiguales en el mercado. La problemática por el derecho a la vestimenta y las dificultades de los pequeños comerciantes y emprendedores convierten a la cuestión de los talles en un problema XXL.

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