Pierden los trabajadores

PARO DE TRANSPORTE

Edición Impresa 22 de mayo de 2020 Diario Sumario

Alta Gracia lleva un mes y medio sin ver pasar un colectivo. El paro de transporte de la Asociación Obrera del Transporte Automotor (AOITA) afectó tanto al servicio interurbano como al urbano de pasajeros. En medio de la pandemia, trabajadores de servicios esenciales como salud, seguridad o alimentación debieron ingeniárselas para poder llegar a sus lugares de empleo. Por otro lado, en plena crisis sanitaria, los choferes de colectivos y trabajadores de los talleres recibieron sus salarios incompletos desde marzo.

Largo y tendido se habla de los trabajadores que están en la primera línea de la batalla en la guerra contra el coronavirus. Los más vitoreados en los discursos fueron los profesionales de la salud. Inclusive, se adoptó la costumbre europea de cada día a las 21:00 realizar un aplauso, sobre todo en las grandes ciudades, para agradecer y felicitar a médicos, enfermeros y demás trabajadores de hospitales y centros de salud. Sin embargo, de los discursos a los hechos hay una larga distancia, como la marcó Laura Cortés, médica del Hospital General de Agudos Dr. Enrique Tornú, ubicado en el barrio porteño de Parque Chas quien publicó una carta indicando: “No quiero aplausos, quiero que me respeten. No hay barbijos para nosotros, no hay camisolines, ni máscaras, ni hay escenario seguro de trabajo, somos esclavos”.

Mientras se exalta a los médicos en los discursos, los insumos no siempre llegan a destino y se exhorta a la población a cuidarse para no colapsar el sistema de salud. Una de las principales prevenciones que se les solicita a los trabajadores es la de evitar el transporte público. Para que eso se realice, también se les indicó a las empresas cuyos trabajadores regresaran a las oficinas, comercios y fábricas que deberían garantizar el traslado o exceptuar a los empleados que vivieran lejos de sus puestos de trabajo.

Sin clases, con un gran porcentaje de la población realizando teletrabajo y/o con licencias por pertenecer a los grupos de riesgo, sin turismo ni paseos, el caudal de personas que viajó en los transportes públicos se redujo de manera considerable. Y, evidentemente, también disminuyó la facturación de las empresas por corte de boleto. Ante esa situación, el hilo se cortó por lo más delgado: los trabajadores.

“Hay compañeros que están cobrando el 50 por ciento del sueldo en marzo y abril y hay otros que están cobrando el 60 o 70 por ciento del sueldo. Es depende lo que cada empresa reciba de subsidios” explicó a Sumario, el diario de los viernes, Pablo Miralles, chofer de la empresa Sarmiento y delegado de AOITA. “Además, hay otra situación, de los compañeros del urbano de Alta Gracia. Transporte Garay recibe un alto subsidio y ellos siguen cobrando el 70 por ciento del sueldo, siendo que la empresa puede hacerse cargo del 100 por ciento del sueldo” agregó. Este medio intentó consultar sobre la situación a Francisco Garay, pero el empresario aseguró que no tenía nada para decir.

Anular la protesta social

La huelga y movilización ha sido históricamente la herramienta más efectiva para los gremios de trabajadores de reclamar por sus derechos. Los paros representaron siempre una pérdida en las cuentas de las empresas, ya que los días que no se prestaba el servicio tampoco había corte de boletos. Por otro lado, la falta de transporte también afectaba todas las otras actividades: asistencia de alumnos y docentes a clases así como la concurrencia de trabajadores de diferentes rubros a sus puestos laborales. Sin embargo, en el marco del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, esa correlación de fuerzas se modificó.

Por un lado, el paro de transporte no afectó a una gran cantidad de personas. Solamente lo sufre un reducido grupo de trabajadores que no puede asistir a prestar servicios esenciales. Para las empresas, es más el dinero que tienen que invertir en combustible y mantenimiento de los colectivos que el que pueden llegar a recolectar con el corte de boleto cuando, además, se estableció que durante el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio el personal de salud no pagaría el transporte urbano ni interurbano. Mientras tanto, a pesar de que el servicio no se presta, las empresas siguen recibiendo el subsidio del Estado en el medio de la emergencia sanitaria.

Por otra parte, la cuarentena exacerbó el control social y la represión hacia cualquier medida de protesta. Desde el comienzo de la emergencia una veintena de ollas populares se realizó en diferentes lugares de la ciudad para colaborar con las personas que estaban pasando una situación económica complicada por la emergencia sanitaria, sin mayores inconvenientes. Sin embargo, cuando se iba a realizar una misma actividad en la Terminal de Ómnibus organizada por AOITA, llegó la intimación por parte de la Justicia para abandonar el lugar. Finalmente, la actividad se realizó en un domicilio particular.

Sin más herramientas que una medida de fuerza que afecta a muy pocos y sin la posibilidad de la movilización, los trabajadores están en un callejón sin salida. Tanto los del transporte como aquellos que dependen de ese servicio para ir a sus puestos laborales. Sin afectación de los subsidios y sin gasto de combustible y mantenimiento de unidades, las empresas sacan el mayor provecho posible en esta situación. El Estado, por su parte, garantiza el control y dominio sobre la protesta social.

 

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