La pandemia y el jaque al capitalismo

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Edición Impresa 15 de mayo de 2020 Diario Sumario

Hace casi 60 días, la realidad del país dio un giro de 180 grados. Antes, algunas partes del mundo ya experimentaban los cambios en el consumo y modo de vida de la sociedad con el advenimiento de la pandemia provocada por el Covid-19. Quizá, los ilustrados del futuro puedan describir los acontecimientos historiados utilizando una referencia temporal nueva y resinificando las abreviaciones utilizadas hoy: AC (antes del Covid-19 ) y DC (después del Covid-19). Pero para eso habrá que esperar unos años. Lo cierto al día de hoy, es que la sociedad en su conjunto – por supuesto que algunos mucho más que otros - se encuentra haciendo malabares para poder adaptarse a esta “nueva normalidad” sin quedarse a medio camino ni morir en el intento.

“El coronavirus ha desatado un torrente de reflexiones y análisis que tienen como común denominador la intención de dibujar los (difusos) contornos del tipo de sociedad y economía que resurgirán una vez que el flagelo haya sido controlado. Sobran las razones para incursionar en esa clase de especulaciones, ojalá que bien informadas y controladas, porque si de algo estamos completamente seguros es que la primera víctima fatal que se cobró la pandemia fue la versión neoliberal del capitalismo. Y digo la “versión” porque tengo serias dudas acerca de que el virus en cuestión haya obrado el milagro de acabar no solo con el neoliberalismo sino también con la estructura que lo sustenta: el capitalismo como modo de producción y como sistema internacional. Pero la era neoliberal es un cadáver aún insepulto pero imposible de resucitar”.  Atilio Borón [1] resumen en este párrafo el pensar de mucho analistas, que aseguran que la pandemia puso en jaque al capitalismo.

El aislamiento social, preventivo y obligatorio, forzó a un cambio en los hábitos de consumo. La gente, por falta de dinero (producto de la crisis producida por la pandemia), o por falta de tiempo de ocio para pasear en las grandes tiendas comerciales y la desconfianza de comprar en internet, dejó de volcarse al consumo masivo de bienes que no son considerados de primera necesidad. Irónicamente, cuando la gente comenzó a consumir sólo lo estrictamente necesario para cubrir las necesidades básicas, el capitalismo encontró una de las facetas de una crisis inesperada, de la que, según sostienen muchos, no podrá reinventarse.

 

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Como lo explica Borón, “los distintos gobiernos del mundo se han visto obligados a enfrentar un cruel dilema: la salud de la población o el vigor de la economía. Las declaraciones de Donald Trump (y otros mandatarios como Angela Merkel y Boris Johnson) en el sentido de que él no va a adoptar una estrategia de contención del contagio mediante la puesta en cuarentena de grandes sectores de la población porque tal cosa paralizaría la economía, pone de relieve la contradicción basal del capitalismo. Porque, conviene recordarlo, si la población no va a trabajar, se detiene el proceso de creación de valor y entonces no hay ni extracción ni realización de la plusvalía. El virus salta de las personas a la economía, y esto provoca el pavor de los gobiernos capitalistas que están renuentes a imponer o mantener la cuarentena porque el empresariado necesita que la gente salga a la calle y vaya a trabajar aun a sabiendas de que pone en riesgo su salud”. 

 

Alta Gracia flexibilizada

Un poco más acá, las necesidades de los comerciantes locales siguen, tal vez sin querer, la misma línea del mercado globalizado.

“El panorama es muy complicado para todo el sector privado obviamente. Durante la última reunión con el Ejecutivo se trató la posibilidad de flexibilizar algunas actividades comerciales de la ciudad, teniendo en cuanta que hace 40 días que no hay casos locales. El trabajo que se viene haciendo desde la parte de salud pública ha dado sus resultados, los controles están, y en este contexto fue que se planteó esa posibilidad”, explicaba la presidenta del Centro de Comercio, Industria y Turismo de Alta Gracia y sus sierras, Mariela Auer, al programa radial Juntos a la Par, de Siempre Radio, a mediados de la semana pasada.

Horas después, Intendentes y Jefes Comunales del Departamento Santa María - de zonas rojas y blancas - elevaron un pedido al COE Central pidiendo la flexibilización de diversas actividades económicas. Alta Gracia, Monte Ralo, Anisacate, San Clemente, Malagueño, Despeñaderos, La Rancherita, Potrero de Garay, Villa Los Aromos, La Paisanita, Rafael García, Dique Chico y Villa San Isidro son algunas de las localidades que solicitan al COE flexibilizar, argumentando que juntas conforman “un circuito económico regional”. La petición también fue suscripta por las legisladoras Carolina Basualdo, de Hacemos por Córdoba y Marisa Carillo, de la UCR. Entre los rubros que figuran en el petitorio están la “venta de indumentaria, informáticos, electrodomésticos y librerías; colegios profesionales, obra privada y civiles; hotelería, peluquería, fisioterapia, equinoterapia, lavaderos de autos, una serie de empresas, como montaje, hormigonera y áridos, y actividades deportivas individuales al aire libre”

 

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La pileta en la que cayó el pedido tenía agua. El pasado viernes por la tarde, el COE Central redefinía el conglomerado del Gran Córdoba, excluyendo del conjunto a la ciudad de Alta Gracia, y dejando del departamento solamente a Bouwer, Los Cedros y Malagueño. La flexibilización permitió que el comercio local pudiera abrir nuevamente sus puertas por la tarde y que volviera la actividad de los profesionales y la obra privada, no sin antes una advertencia de las autoridades locales: no le temblaría el pulso ni dudaría en volver atrás si las reglas sanitarias no se cumplían. “Si retrocedemos y salimos sin las medidas no vamos a dudar un segundo en volver para atrás, en volver a extremar las medidas de cuidado. Entendemos que el sacrificio económico de los vecinos puede flexibilizarse de a poco ya que tenemos cincuenta días sin contagio. Pero también vemos con preocupación que hay muchos vecinos que no acatan", decía el intendente Marcos Torres Lima durante el anuncio de los alcances de la flexibilización realizada el domingo.

Durante la primera semana de la flexibilización, los controles en Alta Gracia se redoblaron y los inspectores municipales recorren las calles céntricas con el objetivo de hacer cumplir las reglamentaciones sanitarias en esta “nueva normalidad”. “No vemos por ahora un desmadre de gente. Los vecinos tienen que recordar que la cuarentena sigue y los controles se han reforzado”, explicaba Daniel González, director de Inspección General de la Municipalidad. 

 

El dedo que no tapa el bosque

“Que abramos las puertas no significa que todo vaya a funcionar como antes de la pandemia. Veníamos con unos meses muy deprimidos en ventas y esto acabó por enterrarnos. Abrir en ningún caso va a ser la solución absoluta”, decía una preocupada Mariela Auer, presidenta del Centro de Comercio, Industria y Turismo de Alta Gracia y sus sierras. La reactivación del comercio no se espera de un momento a otro, ya que las condiciones post pandemia no dejarán un terreno llano. Aún incluso los rubros que han seguido con su actividad de manera ininterrumpida, como el gastronómico, han mantenido sus ventas muy por debajo de lo normal, trabajando sólo al 30 por ciento en el mejor de los casos.

Además, no hay que olvidar los rubros más postergados, que aún no tienen tiempos estimados para reanudar su actividad. Esta semana, el ministro de Industria y Comercio de la provincia de Córdoba, Eduardo Accastello, aseguró que la actividad en bares y restaurantes podría reanudarse en dos o tres meses. En este caso también, que la persiana se levante nuevamente no asegura que el comercio pueda subsistir. En post de preservar las medidas sanitarias, los locales comerciales deberán trabajar muy por debajo de su capacidad, obteniendo en la mayoría de casos sólo lo necesario para poder mantenerse a flote.

 

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El futuro incierto

Que la pandemia tendrá consecuencias en nuestro entorno inmediato y en el ámbito global es incuestionable. ¿Será bajo economía solidaria de un “capitalismo más pujante”? No lo sabremos con certezas por ahora, pero si algo se dibuja en el horizonte es el generalizado reclamo de toda la sociedad a favor de una intervención del Estado mucho más activa para controlar los efectos desquiciantes de los mercados en la provisión de servicios básicos de salud, vivienda, seguridad social y transporte, y poner fin a la escandalosa hiperconcentración de la mitad de toda la riqueza del planeta en manos del 1% por ciento más rico de la población mundial.

[1] Sociólogo, politólogo, catedrático y escritor argentino. Doctorado en Ciencia Política por la Universidad de Harvard (Cambridge, Massachusetts). Es profesor de la Universidad de Buenos Aires e investigador del CONICET.

 

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