Alta Gracia: Dinero y obsesiones en la ruta de un crimen brutal

Edición Impresa 23 de enero de 2009 Diario Sumario
Silvia Costamagna y Roberto Martínez se habían conocido compartiendo la misma profesión, ambos eran nefrólogos y vivieron juntos a lo largo de 22 años. Ambos eran profesionales muy conocidos en su especialización y tenían un promisorio futuro laboral. Cuando se conocieron ella ya tenía un hijo y él una hija de su primer matrimonio. Ya juntos tuvieron tres más cuyas edades son 21, 16 y 12 años. Aunque la pareja estaba separada desde hacía un año, según sus allegados, nada hacía temer el sangriento final desencadenado el 11 de enero por la mañana, hecho que sorprendió tanto a la comunidad de Alta Gracia como a la de toda la provincia. La víctima Silvia Costamagna tenía 49 años, había nacido en la localidad santafesina de Suardi, pero su vida estuvo ligada de modo particular a Córdoba y especialmente a Villa Carlos Paz, lugar en el que trabajaba y residía con los tres chicos. Si bien era nefróloga, había volcado su atención al perfeccionamiento en el área de la medicina relacionada con la estética. Ella era propietaria de La Posada del Body, un centro médico para el adelgazamiento que incluía un spa, negocio que regenteaba con su ex esposo. El matrimonio había viajado a Barcelona donde se perfeccionó en el llamado método “Body line” y trabajaron con buenos resultados en Italia también. Siempre según los conocidos, se sabe que regresaron a la Argentina para reflotar el instituto, pero comenzaron a surgir problemas de pareja donde lo económico insidió notablemente en el deterioro de la relación. “Físicamente era una mujer alta y hermosa, de contextura robusta, a diferencia del marido que era más delgado” comentaba un conocido que la describió como una buena madre y sobre todo como una persona muy emprendedora y con permanentes deseos de superarse en su profesión. El asesino Roberto Martínez, el hombre que confesó haber asesinado a su ex mujer, tenía 52 años, era un médico proveniente de una conocida familia de Alta Gracia, donde se crió, pasó su infancia y juventud y en la que era muy apreciado como vecino como por su ocupación. Había trabajado durante muchos años en el Sanatorio Alta Gracia y actualmente estaba a cargo del Servicio de Nefrología del Hospital Tránsito Cáceres de Allende, del que además era Subdirector. Sociable, simpático, trabajador y responsable, Martínez no habría podido sin embargo superar la separación a la que se llegó de mutuo acuerdo con su ex mujer. Preso de celos enfermizos, el agresor se había lanzado particularmente durante el último año a seguir de cerca cada paso dado con quien había convivido más de dos décadas. Hasta se habla de que había contratado una empresa de detectives para rastrearla. Sin embargo a esta situación también debe sumársele -siempre según las versiones aportadas- que surgieron problemas en cuanto a la división de los bienes, ya que Martínez temía que Silvia Costamagna pretendía quedarse con la mayor parte de ellos. Si bien el crimen ya es un caso cerrado, aún falta un buen trecho para conocer todos los motivos que llevaron al homicida a tomar la fatal determinación. Aún restan encontrar los hilos secretos de esta enredada madeja que tejió una historia de obsesión, odio, amor, rencores, pasiones y ambición. Cuando el 11 de enero pasado, cerca del mediodía la policía traspuso la puerta de la casa de Bunge de Gálvez 156, a metros del Gol Club de Alta Gracia, se dio de lleno con un cuadro cuya magnitud haría crispar la piel de cualquiera. Sólo las más despiadadas películas del género policial son capaces de traducir el desmesurado desarrollo de los hechos que se habían desencadenado minutos antes en uno de los sectores más exclusivos y ostentosos de la ciudad. La casa del macabro hallazgo pertenece a la arquitecta Estela Adam, ex esposa de Hugo Testa, actual Ministro de Obras Públicas de Córdoba. En un charco de sangre y en medio de un entorno donde el rojo era el color estampado en muros, cortinas y muebles de cocina, yacía con trece cuchilladas en el cuerpo Silvia Costamagna, amiga de la dueña de casa. Los efectivos se encontraron con los cajones de los cubiertos abiertos, cuchillos desparramados en las mesadas y marcas de manos ensangrentadas a lo largo de las paredes que hacían suponer una desesperada lucha de la mujer por escapar del filo de la muerte. A menos de una hora del crimen, Roberto Martinez, ex marido de la víctima, era detenido en su domicilio de Villa Carlos Paz, tras haber confesado el asesinato a su hijo. Intentando tomarse un descanso, la víctima había llegado a Alta Gracia el sábado para pasar la noche con su amiga. Roberto Martínez, de quien estaba separada desde hacía un año, llegó también hasta la casa y compartió una charla con los presentes hasta altas horas de la noche, en que se retiró. Se dice que permaneció durante la noche merodeando la vivienda. Testigos aseguran que compró el diario en el negocio ubicado frente al domicilio y adquirió facturas con las que fue a desayunar junto a su ex mujer, la amiga y la madre de ésta. Cerca de las once, las dos últimas partieron a misa tras preguntar si todo estaba bien. Lo que pasó junto al ventanal de la cocina a partir de ese momento sólo lo saben el propio asesino y quien ya no puede contarlo. Sin embargo los investigadores suponen que el hombre propinó las 13 puñaladas en el abdomen a Costamagna y se piensa que ella para defenderse, habría tomado otro cuchillo con el que lo hirió. “Es como si ella, ya herida, hubiera intentado correr por toda la casa” señalaban. Encerrado en el patio, el perro de la casa ladró desesperadamente. Nadie lo escuchó. Tampoco a Silvia. Con el cuchillo en la mano y totalmente ensangrentado, Martínez salió a la vereda, lugar donde fue visto por dos jóvenes que habían estacionado frente al chalet. Acto seguido habría subido a su auto un Renault Clio, rumbo a Carlos Paz. Alertadas por una llamada regresaron la dueña de casa y su madre para encontrarse con el tremendo cuadro. El asesino llegó hasta su domicilio, donde relató el hecho a su hijo mayor que se trenzó en lucha con él. El hombre fue detenido rápidamente. Tenía dos heridas graves por lo que fue hospitalizado y operado en Córdoba. En el caso trabaja la Policía Judicial, e interviene el ayudante del fiscal local Peralta Otonello. Martinez ya se encuentra detenido en Bouwer acusado de homicidio simple agravado por el vínculo. Testimonio exclusivo “Parecía desquiciado, mirando hacia la nada, con el cuchillo ensangrentado aún en la mano” J y C subían ocasionalmente por la Bunge de Galvez en la calurosa mañana del 11 de enero. Era uno de los tantos domingos en que tomaban esa arteria cercana al Golf y no imaginaron jamás que estarían entre los primeros testigos de una de las más sangrientas tragedias producidas en la ciudad donde habitan. Ciudad que en minutos se vería revolucionada por una inesperada noticia. “Eran como las once y cuarto de la mañana, nosotros íbamos a seguir de largo en el recorrido, pero estacionamos rápidamente el auto frente al comercio de Montoro en la Bunge de Galvez para poder comprar el diario. Cuando mi novio está por bajarse del auto, ve salir de la casa de enfrente y pararse en la vereda a un hombre que tenía la cabeza y toda la ropa ensangrentada”, cuenta la joven a Nuevo Sumario. “Pobre, debe haber sufrido un accidente, me dice, y me sugiere que deberíamos ayudarlo. En el momento en que se dispone a bajar para preguntarle qué había pasado y abre la puerta del auto, yo miro también con atención y me doy cuenta de que esta persona tiene un enorme cuchillo lleno de sangre en la mano. ¡No bajes, le grito, ese hombre puede haber matado a alguien!” Relata la chica. “Al hombre se le notaba un corte en el cuello, estaba totalmente bañado en sangre y tenía una cuchilla con serrucho, del tipo de cortar pan pero muy grande”, dice el muchacho. En tanto C agrega “al vernos este hombre se paralizó y vimos que realmente tenía cara de desquiciado”. “Cuando subí nuevamente al auto para irnos del lugar, notamos cómo quería primero entrar a un Fiat Duna blanco que estaba estacionado, pero se volvía hacia la puerta y el portón del garage, como si quisiera volver a la casa de donde había salido” añade J. “En el lugar se escucharon muchos gritos y pensamos que serían de una vecina que había visto algo también, pero enseguida nos fuimos para poder avisar a la policía lo que acabábamos de ver” cuentan.
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