Pública e histórica

EDICIÓN IMPRESA

Sociedad 29 de mayo de 2020 Diario Sumario

En 1949, Alta Gracia no tenía ninguna escuela secundaria. La necesidad era palpable y un grupo de vecinos comenzó a organizarse para que los adolescentes no tuvieran que trasladarse a Córdoba si querían estudiar más allá del séptimo grado de la primaria. La oportunidad de reclamarle la apertura de un nuevo colegio al Presidente llegó en forma de una caravana que pasaría por el Crucero en un recorrido hacia el Dique Los Molinos y que llevaría a Juan Domingo Perón a inaugurar obras. La Junta Juvenil, nombre con el que se autoproclamaron quienes reclamaban la apertura de una institución secundaria, se reunió en la rotonda de ingreso a la ciudad y le entregó la carta al Presidente.

La misiva podría haber quedado desechada y la anécdota no habría pasado más que hacia los herederos de aquellos jóvenes: “Una vez, le entregamos una carta a Perón pidiéndole una escuela secundaria en Alta Gracia”. Hubiera sido un buen comentario para la sobremesa de un domingo familiar. Sin embargo, fue mucho más que eso. El 29 de mayo de 1950, el Colegio Nacional de Alta Gracia comenzó a funcionar en el edificio de la Escuela San Martín.

25 presidentes gobernaron hasta este momento el país desde que se dictó la primera jornada de clases en “El Nacio”, como se llama coloquialmente a la escuela. Nueve de ellos fueron gobernantes de facto durante las tres dictaduras que asolaron al país desde el nacimiento del colegio. La institución fue testigo y protagonista de muchos de los hechos que transformaron a la Argentina desde hace 70 años.

Es la única secundaria de la ciudad sin un nombre, ya que se designa de acuerdo al tipo de establecimiento que es y el lugar en el que está ubicada: Escuela Normal Superior de Alta Gracia. Sin embargo, es una de las más conocidas y que mayor sentido de pertenencia genera. Muchos de sus docentes han sido estudiantes de la escuela y eligieron trabajar en ella y otros tantos la escogen como el sitio para educar a sus hijos. Casi toda una cuadra de calle José Hernández al 200 acoge a estudiantes de las más diversas características: niños de dos años que comienzan la primera sala del nivel inicial sin siquiera haber cumplido los tres; pequeños que corretean por los pasillos y el patio de la primaria; adolescentes que conversan, ríen y lloran en el secundario y adultos que se convierten en profesores de educación inicial, primaria o especial en el terciario.

Los protagonistas

Pero además de su historia, las escuelas crean su propia identidad. Eso se da, principalmente, por los actores que toman las riendas y forman parte de las acciones de esa institución. Sin dudas, motivos muy diferentes llevarían a las familias a elegir una u otra institución. “El Nacio”, a lo largo de setenta años, construyó una impronta de espacio en el que la democracia es un valor a respetar. La participación estudiantil ha sido protagonista, ya que en numerosas ocasiones los cambios en la institución comenzaron como reclamos o propuestas de los estudiantes. Además, se destacó el rol de los alumnos en olimpiadas de matemáticas, química, geografía, filosofía, encuentros deportivos, etcétera.

“La ENSAG es "mi escuela", salvo los primeros cuatro años de mi vida y los que pasé por la universidad, he vivido toda mi vida en el Nacio, como alumna o profe. Además, valoro especialmente la educación pública y creo que con todas las cosas que siempre se pueden mejorar, es un gran ejemplo de que la educación pública, laica y gratuita es una herramienta fundamental para mejorar la vida de las personas y transformar la sociedad” señaló a Sumario, el diario de los viernes, Ana Scully, quien es profesora de historia en la institución desde 1997.

“Para mí, la escuela fue el lugar de trabajo durante más de 20 años. Además, la compartí con mis hijos porque los llevaba al jardín, al primario y a uno de ellos al secundario. Compartí mucho con sus maestras, compartía los actos, los veía, iba a las reuniones, almorcé muchas veces durante años con ellos en el colegio. Conocí gente macanudísima en la escuela, grupos de alumnos divinos y maravillosos, me reencontré con amigas de toda la vida, gente que conocía y personas nuevas. Hoy lo veo como que significa mucho trabajo, muchísimos desafíos” relató a este medio Gabriela Somaini. Ingresó por primera vez a dar clases de geografía, supliendo a otro docente, en 1986; diez años después, tras haber trabajado en otras escuelas, comenzó a tomar horas titulares y a concentrar su trabajo en la ENSAG hasta jubilarse en abril de este año.

Virginia Musso es profesora de Artes Visuales, su marido, Alejandro Sánchez, es preceptor. Ambos trabajan desde 2014 en la escuela y además envían a la ENSAG a sus tres hijos: Lupe, Facu y Laura. “Desde que llegamos hace seis años, nos enamoramos eternamente del colegio. Es muy importante para nosotros, porque no solamente es nuestro lugar de trabajo, sino el espacio de encuentro con gente que queremos mucho: nuestros compañeros, los alumnos y es el lugar donde van nuestros hijos a la escuela y eso nos emociona muchísimo porque no solamente somos parte de la planta funcional, sino también de los padres que formamos a este querido colegio. Ver cómo nuestros niños quieren y aman nuestro lugar de trabajo, su escuela, nos emociona muchísimo” explicó Virginia a Sumario, el diario de los viernes. Y Alejandro, por su parte, agregó: “También nos pone felices ser parte de la historia de la escuela y saber que mucha gente pasó por ella y que nosotros seguimos construyendo eso que se viene haciendo hace 70 años”.

“Es la escuela que elegí para trabajar, para enviar a mis hijas, es parte de mi vida. Lo que me gustó de la Ensag es su impronta democrática, siempre trabajé con mucha libertad y compromiso” apuntó Alejandrina Cuquejo, docente de filosofía, psicología y materias de la especialidad de Ciencias Sociales desde 1992.

Cambia, todo cambia

Los docentes que más tiempo llevan trabajando en la institución son conscientes de que no están en el mismo lugar que el primer día que ingresaron a dar clases. En algunos casos, son transformaciones que se debieron a políticas educativas: desde 1995, “El Nacio” no pertenece al ministerio hoy dirigido por Nicolás Trotta sino que fue transferido a la provincia de Córdoba en el marco de la descentralización educativa. En otros casos, las modificaciones se debieron a cuestiones puramente institucionales.

“La ENSAG fue cambiando mucho, desde lo formal (de nacional a provincial) y después desde lo social, se vieron en la escuela (como en cualquier escuela pública) reflejadas las crisis y los cambios sociales generales” explicó Alejandrina. Ana completó la idea apuntando que, desde su visión: “El gran cambio creo que se dio entre mi egreso del secundario en 1991 y mi ingreso a la docencia. Cuando volví era otra escuela, habían cambiado mucho las relaciones entre los alumnos y con los profes, se había modificado el "currículum oculto" como dicen los pedagogos, me costó bastante adaptarme. Y otro cambio importante se dio a partir del 2003, más o menos, bajó notablemente el nivel de violencia y resentimiento que atravesaba la cotidianeidad del aula”.

Por su parte, señalando aspectos más institucionales, para Gabriela: “La escuela creció a lo largo de los años, de una manera importante. En cuanto al número de docentes, de alumnos… También siento que se fue desordenando y que la función de la escuela se confundía o se perdía”.

Un cumpleaños diferente

Normalmente, los aniversarios son momento de celebración en todas las instituciones. La Escuela Normal Superior de Alta Gracia conmemora el suyo en mayo, mes emblemático en la historia argentina. En la ciudad, todos los 25 se realiza el tradicional desfile en el que los distintos centros educativos locales circulan por las avenidas Padre Viera y Belgrano. Cuando es un cumpleaños especial, las escuelas participan del acto con todos sus estudiantes y no con una selección de cursos y grados como sucede habitualmente. “Cuando el colegio cumplió 50 años, trabajamos muchísimo con María Rita [Puch]. Se hicieron muchos actos, encuentros de excompañeros, se festejaron mucho los 50 años y siento que el cumpleaños de la escuela significa un reencuentro de mucha gente. Fue muy lindo ver a las primeras promociones” recordó Gabriela.

Este año, la ENSAG vivió un cumpleaños diferente: la escuela no se llenó de globos, no habrá actos, reuniones ni festejos ni tampoco se pudo realizar el desfile del 25 de mayo. Sin embargo, la comunidad educativa no permitió que pasara inadvertido. La Cooperadora de la escuela invitó a todos los docentes, alumnos y exestudiantes que desearan participar a enviar un video de cinco segundos grabando su saludo. Además, diferentes grupos de docentes y estudiantes realizaron producciones audiovisuales que se compartieron por WhatsApp.

Por otra parte, los docentes consultados por este medio manifestaron sus deseos para la ENSAG en su septuagésimo aniversario. “Me gustaría que fuera reconocida por ser una escuela comprometida con la transmisión del conocimiento. Que sea una escuela donde la gente vaya a aprender, no porque le queda cerca, cómodo, sino que sea un lugar donde se aprende” expresó Gabriela. Ana, por su parte, manifestó su aspiración de que haya “Más recursos humanos y materiales, y espacios para la innovación”. Para Alejandrina, “el deseo para la escuela es el mismo que para la educación pública en general. Que se logren condiciones de trabajo dignas, que todos los estudiantes puedan encontrar en la escuela un espacio donde desarrollar con plenitud sus inquietudes, que sea siempre un ámbito de encuentro, con lugar para el debate democrático, comprometido y respetuoso de las identidades, tanto individuales como sociales”. En cuanto a Alejandro y Virginia, expresaron la voluntad de “que podamos seguir juntos, construyendo y educando”.

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