Los intolerantes

Editorial

Editoriales 11 de agosto de 2018 Diario Sumario
Independientemente del resultado en la cámara alta -al cierre de esta editorial se esperaba la votación-, el debate sobre la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo se instaló en Argentina de la mano del apoyo de una contundente mayoría ciudadana, que incluso abrió una inesperada grieta en la coalición gobernante.

Al mismo tiempo, el resurgimiento del movimiento feminista, su expansión geométrica entre las jóvenes y la irrupción de una nueva cultura que no pide permiso para ampliar los derechos de las mujeres, constituye uno de los datos políticos más significativos de este principio del tercer milenio.

Todo indica que la potencia de la "marea verde” sobrepasará las playas e inundará las ciudades empujando otro debate varias veces postergado: la separación de la Iglesia y el Estado.

En este contexto se produjo la presentación de la Red de Iglesias Evangélicas de Alta Gracia, reclamando que el Concejo Deliberante declare a la ciudad "pro vida”. El pedido remite –inevitablemente- a otros graves episodios de autoritarismo registrados en la historia de la ciudad.
Quizá el más resonante sea el ocurrido cuando, a las puertas del Siglo 21, Ángel Raúl Liendo Funes –por entonces al frente del autodenominado Escuadrón de la Virgen- le reclamó al legislativo local "la consagración de la ciudad a la Virgen María”. Aquella presentación originó una lógica reacción por parte de representantes de otros credos. La respuesta del militante ultracatólico no se hizo esperar y un automóvil con propaladora recorrió las calles de la ciudad al convocando "pueblo católico de Alta Gracia a defender a la Virgen” amenazada por "un judío y un protestante”, a quienes obviamente identificaba por sus nombres.

En junio de 2007, un grupo de fanáticos encabezado por el sacerdote altagraciense Espina, irrumpió violentamente en el Centro España Córdoba para impedir la presentación de una muestra plástica.

Dosaños después, nuevamente Liendo Funes calificó como "raza de víboras” a los judíos. Por aquel entonces, la intervención del Inadi lo hizo recular y terminó pidiendo disculpas.

Con un estudiado cálculo de la oportunidad, la Red de Iglesias Evangélicas hizo su presentación a días del histórico debate en el Senado de la Nación sobre la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo. La misiva –que el legislativo local derivó a su Comisión de Ambiente y Salud- lleva las firmas de Andrés Gustowski (Iglesia Cristo Refugio Eterno); Manuel A. Giménez (Iglesia Rey de Reyes); Ernesto José Ledesma (Iglesia Centro Cristiano de Alta Gracia); Augusto Ceballos (Fundación Iglesia Evangélica) Juan José Género (Casa de Oración Centro Cristiano); Miguel A. Núñez (Iglesia Evangélica Bautisla Jesús El Camino Victorioso); José E. Rojas (Cristo Roca Fuerte); Walter Iglesias (Iglesia Jesús Fuente de la Vida); y el representante de la Iglesia Visión de Futuro) y Andre Silva Souza (Assemblea de Dios Brasil), entre otros.

Que en Alta Gracia se realice anualmente el Encuentro de Colectividades no es casual. La impronta inmigrante –y por ende pluricultural- es un dato distintivo de la ciudad. La presencia de familias pertenecientes a colectividades diversas implica, obviamente, la coexistencia de diversos credos. Es de suponer que esa tendencia se acrecentará, teniendo en cuenta el constante incremento de la inmigración africana de los últimos años. Así, tampoco resulta casual la mayor visibilización del credo musulmán en la ciudad.

Por otra parte, demográficamente Alta Gracia registra desde los últimos años un sostenido ritmo ascendente, que aportará las particularidades propias de ese fenómeno.

Como era de esperar, el reclamo antiderechos de la Red de Iglesias Evangélicas provocó la inmediata reacción de sectores políticos y sociales.

Pretender imponer visiones religiosas –sin duda, todas respetables en términos de libertad de credos o pensamiento- en asuntos de Salud Pública, implica la intromisión en asuntos no concernientes a las congregaciones religiosas. Además, evidencia la intención totalitaria por hacer prevalecer una identidad por sobre el resto que conforman la complejidad cultural de la ciudad.

En la intolerancia –y en el oportunismo político- se explica que prácticamente la totalidad de la dirigencia política local guardara un estruendoso silencio en torno al debate que atravesó al país. Apenas el viceintendente Juan Manuel Saieg, y los concejales Roberto Brunengo, María Inés Carigniani y Germán Rodríguez respondieron a una consulta de este medio sobre el tema.
También el Consejo Municipal de la Mujer –que debería ser el ámbito natural del Estado para contener debates sobre ampliación de derechos de las mujeres- se llamó a silencio que pone en tela de juicio su propia razón de ser.

Sin embargo, el exabrupto de la Red de Iglesias Evangélicas le ofrece hoy al Concejo Deliberante de la Ciudad de Alta Gracia una magnífica oportunidad de representar a todas y todos.Constituirá un interesante desafío para los legisladores de la ciudad, varios de ellos fervientes creyentes que se verán atravesados por la pulsión entre la propia convicción religiosa, las políticas de estado y hasta la competencia con credos afines que le disputan protagonismo político a la Iglesia Católica.
La construcción de una ciudad pujante demanda calidad de vida para sus habitantes. Ello implica acceso al trabajo, planes de viviendas, ampliación de servicios esenciales, espacios públicos de ocio y recreación, medio ambiente sustentable y amplias libertades, pluralismo, ampliación de derechos y contención de la diversidad.
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