En 2015, Daniel Balmaceda publicó “Historias de letras, palabras y frases”. Allí, recopila los derroteros de muchos refranes, entre ellos “Perdido como tuco en la neblina”. El tuco o tucu (voz quechua) es una luciérnaga que habitaba en el norte argentino. "Cuando el vocabulario fue bajando y llegó a Córdoba no se le encontró sentido y fue virando hasta que llegó a cambiar la palabra tuco por turco y se inventaron historias de turcos que salían a vender por los caminos y se perdían si había neblina" explica Balmaceda. En sus dos variantes, la expresión se utiliza para referirse a alguien que actúa a ciegas, sin conocer el rumbo ni los pasos a seguir. Pese a estar realizando enormes esfuerzos, muchos de los intentos de implementar la virtualidad en las escuelas de un día para otro recuerdan a la frase que titula esta nota.
“Hasta el lunes, buen fin de semana” dijeron muchísimos docentes y profesores a sus estudiantes el pasado viernes 13 de marzo, sin saber que pasaría muchísimo tiempo hasta que las aulas volvieran a ser el espacio de encuentro. En algunas instituciones, nada hacía pensar que el Coronavirus Covid-19 fuera a alterar el dictado presencial. En otras, padres asustados por un audio viralizado por Whatsapp retiraban a sus hijos increpando a directivos y preceptores por no suspender las clases, cuando aún no había ninguna disposición oficial al respecto. Ese viernes, muchos docentes cerraron sus carpetas, cuadernos y libros dispuestos a volver a abrirlos tres días más tarde. “La semana que viene empezaremos a trabajar con el libro”; “Traigan la fotocopia para el lunes”; “Pueden retirar el cuadernillo en…” fueron las frases que niños y adolescentes escucharon esa semana repetidas veces.
Primero fueron los espectáculos masivos y boliches, luego el casino, los cines y después las escuelas. El domingo 15 a la noche, Alberto Fernández anunció que las clases serían suspendidas hasta el 31 de marzo. A partir de la mañana siguiente, los teléfonos de casi todos los docentes comenzaron a sonar. Los grupos de Whatsapp se multiplicaron y la consigna en la mayoría de las instituciones estatales de Alta Gracia fue armar actividades por asignatura para cada año y que su realización sería corregida el 1 de abril cuando estudiantes y docentes se reincorporaran a las aulas.
La planificación de trabajo para diez días hábiles se realizó, se prepararon actividades y tareas y entre el miércoles y el viernes, los estudiantes comenzaron a recibirlas con la indicación de llevarlas hechas el 1 de abril. El domingo 29 de marzo, el Presidente volvió a dirigirse al pueblo argentino a través de las pantallas de los televisores para anunciar que el aislamiento social preventivo y obligatorio se extendería hasta el 13 de abril. Más grupos de mensajería instantánea y más notificaciones en redes sociales. “Subiremos actividades en la página web de la escuela”; “Revisen el Facebook del colegio”; “Les enviaremos actividades por mail”; “La escuela enviará trabajos para realizar por Whatsapp” fueron algunos de los mensajes.
Docentes que a pocos años de jubilarse mantienen una relación conflictiva con la tecnología fueron llamados a realizar clases virtuales, grabar videos para sus estudiantes, mantener reuniones a través de servicios de videollamadas o actualizar una red social que apenas conocen. Estudiantes que no conocían más usos tecnológicos del celular que jugar, enviar audios o subir historias a las redes sociales recibieron instrucciones de enviar un trabajo en formato pdf por correo electrónico, iniciar una sesión en Google Classroom o participar en una clase virtual por transmisiones en vivo o videollamadas grupales. La voluntad y la colaboración fueron las grandes protagonistas en esta historia. Las familias comenzaron a trabajar en grupo: padres les enseñaron a sus hijos a enviar un correo electrónico y los hijos les mostraron a sus padres cómo participar en una videollamada o instalar un programa en su computadora. Eso, en los casos privilegiados.
Si hay algo por lo que se caracteriza la escuela pública es por su capacidad homogeneizadora. En estas instituciones, el hijo de un empresario con buen pasar económico y el de una empleada doméstica reciben la misma educación. Sin embargo, la virtualidad acentúa las desigualdades. Porque en algunas familias no hay servicio de internet en el hogar y solo es posible la conexión hasta que se agotan los datos móviles del plan de telefonía celular y en otras ni siquiera eso existe. En algunas casas hay un solo teléfono, sin datos, sin recarga de crédito, para toda la familia. Muchos estudiantes no reciben las actividades y otros, si las reciben, están más preocupados por saber si ese día cenarán que por las características de los seres vivos o los ejercicios de cálculo que aguardan en el teléfono. Y quienes trabajan en las escuelas no son ajenos a estas realidades. Por eso, las cooperadoras salieron a imprimir las actividades para los estudiantes que no tienen acceso a la tecnología y algunas instituciones emprendieron colectas para ayudar con alimentos y artículos de limpieza a las familias más necesitadas.
Mientras tanto, los docentes continúan planificando y entregando actividades sin saber a ciencia cierta cuándo regresarán a las aulas ni cómo continuará el ciclo lectivo. El ministro de Educación nacional, Nicolás Trotta, anunció que las clases se retomarán "cuando la OMS (Organización Mundial de la Salud) asegure que no hay ningún riesgo para las familias" y es imposible estimar cuándo sucederá eso.
“La escuela pública enseña, resiste y sueña” reza una consigna impulsada por la Confederación de Trabajadores de la Educación. En medio de la pandemia, luchando contra las dificultades de acceso de muchos estudiantes y docentes, realizando actividades que no se sabe cuándo se podrán revisar en su totalidad, la escuela pública continúa sus esfuerzos para que el contacto con la escuela y el vínculo entre estudiantes y docentes no se pierda en el aislamiento.
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